sábado, 6 de abril de 2013

FOTO POR TÍ_Corazón de cebolla



Corazón de piedra. Corazón blando. Corazón de hielo. Corazón de fuego. Corazón puro. Corazón impío. Corazón sincero. Corazón falso. Corazón sensible. Corazón insensible. Corazón caliente. Corazón frío. Corazón apasionado. Corazón partido.

¿Qué sabe el corazón del ser humano de los sentimientos que este tiene? ¿Qué saben el ventrículo y la aurícula del amor o del odio, de la envidia o la generosidad, la rabia o la alegría? Sólo saben de latidos, de sístoles y diástoles, de funcionar desde que nace hasta que muere el cuerpo que alberga un corazón en su pecho.

Pero en nuestra infinita soberbia y absurdo descaro le dotamos de voluntad sobre el cómo somos, el qué hacemos, o el qué sentimos. El corazón no es la persona, ni siquiera aquella que lo lleva en su entraña. Ni mucho menos está allí su alma, si es que finalmente tenemos algo así, entelequia impalpable y quién sabe si ficticia de la que nos gusta pensar que nos hace ángeles o demonios. Imaginamos el alma e intuimos una forma: la forma del corazón. El alma, ¡menos mal que la tenemos y que nos separa definitivamente de la hormiga, del gorrión, del gato, del delfín y hasta del mono, de las bestias todas y de árboles y flores!. Menos mal que la tenemos.
El corazón, con alma o sin ella, no es el órgano que ama, ni el que siente, ni por su causa uno es reflexivo o apasionado. Ninguna flecha lo atraviesa cuando nos sentimos enamorados. Ni se parte si nos desaman. No está frío, y tampoco arde. No es duro, y no es blando. Ni es bueno ni malo. Y, claro está, tampoco nos hace buenos y tampoco nos hace malos.

Por eso hoy, y puestos a decir mentiras, no sé si arriesgadas o piadosas, os traigo este corazón, uno más, por qué no: os traigo mi corazón de cebolla.

Quizá otro día os enseñe en qué se acabó convirtiendo esta cebolla cuando dejó de latir entre mis manos…
Será otro día. Paciencia…

15 comentarios:

  1. Ciertamente el corazón no nos da identidad, ni carácter, ni bondad, pero quizá porque es el motor de nuestra vida le concedemos tantas atribuciones, el alma es la esencia, el corazón es la vida, la esencia no es, como tu dices palpable, el corazón mantiene lo que más queremos, la vida, así que somos "todo corazón"

    Saludos Emilio

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  2. ¿Y la poesía? A mi me parece un recurso muy bonito, vamos, no me imagino diciendo "Los ciclos cerebrales me van a 100 por ti, nena", o "tengo un subidón de feniletilamina cuando observo tus andares, baby"
    Al final estoy con tu comentario, Gemelas: la muerte, en primera instancia, se "escucha" cuando deja de "escucharse" ese boum, boum...que late en el pecho. La vida pulsa a ese ritmo y el amor es vida. Como asociación poética no admite discusión.

    Un beso

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  3. Bueno Emilio, eres el rey con tus fotos y textos que siempre causan polémica. Yo estoy contigo, el corazón es un motor que pone en marcha la circulación sanguínea. El corazón es un órgano tan obstinado y tan mecánico, que en ocasiones sigue latiendo aunque la persona ya esté muerta cerebralmente, que es lo que importa. Por cierto, me gustaría saber cómo acabó la cebolla ¿con pollo y patatas?

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  4. Me alegra comprobar que la ironía y el desenfado de mi reflexión, suscita comentarios de hondura. Y está claro que de eso se trata.

    Un saludo Gemelas.

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  5. Poesía, muerte, vida, amor... Yo no sé qué nos hace ¿únicos, especiales, distintos, mejores?. Quizá la respuesta es "nada". Las asociaciones poéticas no admiten discusión, por definición.
    Aunque que la muerte se escucha cuando deja de latir el corazón, sólo lo comparto como licencia poética.

    Gracias por pasar y comentar Valaf.

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  6. Tenemos tendenia a sentirnos distintos y mejores de todos cuantos nos acompañan en esta aventura cósmica. Nuestra cadena de ADN es una más, pero no creo que sea la más importante, ni desde luego la mejor. La más compleja puede. Sinceramente, me considero insignificante en mitad de un universo terrible y oscuro, en el que no creo exista un lugar para nada parecido a un alma humana, la cual nunca llegaré a saber dónde está o qué es.

    Amparo, quizá te depciones al saber en qué "degeneró" la cebolla.

    Un saludo.

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  7. Vaya temita nos traes hoy. Alma, corazón... no hemos sabido darle un nombre adecuado a ese conjunto de impulsos, de sentimientos, de reacciones, de ideas, de... lo que sea que queremos meter en ese saco, pero es fácil asociarlo a ese órgano vital que nos impulsa ¿no? y como dice Valaf, ¿qué sería de la poesía sin la figura de esos corazones?

    Espero esa otra foto con el destino del corazón cebolla. Un destino que adivino trágico y que sin duda te provocó un llanto inconsolable.

    Besos

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  8. Como decía una canción "alma, corazón y vida y nada mas"Y así es. hablamos de vida, de la vida, la vital y la que nos fabricamos nosotros o las circunstancias...En este caso "corazón de cebolla" me habla de lágrimas, la cebolla "nos hace llorar", el corazón, no como órgano, si no como sentimiento, también llora y por desgracia, demasiadas veces. Pero ¿dónde está el antídoto, el cirujano que lo pueda arreglar? Pues ese es el Amor, que, aunque no resida en el músculo, reside dentro de nuestro ser porque es parte de nosotros y es ése, tu corazón el que te suscita fotos y temas tan originales como éste. Felicidades y tambien porque es tu Santo y gracias. Un beso.

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  9. Ay!! la cruel y picante cebolla no tiene corazón, siempre me hace llorar. En ese reino vegetal que ni siente ni padece (eso parece)sigue la vida sin ese órgano tan vital para el reino animal, con un corazón que trota y galopa en nuestro pecho orquestado por las penas, alegrías y emociones varias, aunque sean las más básicas en las bestias.

    Intrigados nos has dejado con el destino de la cebolla. ¿Algo relacionado con el desparrame del rojo pimentón en la mesa? Muy buen contraste da a la imagen.

    Besos.

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  10. Hola Emilio,
    Me gusta la ironía que me sugiere esta composición. Y además, como te decía el otro día, como todo es personal, hoy con tu fotografía me has dado en todo el corazón, o en toda el alma o en toda la cebolla; es decir, allá donde quiera que tenga yo el saco en el que bullen mis emociones.
    En cuanto a tus palabras, hablando de corazón y alma confieso que yo, en el colmo del atrevimiento, llego a pensar que cuando amo, sufro o rabio lo hago con el alma que, debido supongo a aquellas viejas clases de religión, debo tener interiorizado que es más que el corazón y por tanto sentir con el alma da más entidad a ese amor o a ese sufrimiento. La cosa tiene guasa teniendo en cuenta que a estas alturas no tengo ni idea de si tengo alma o no.. Entonces, con qué creo que amo o sufro? En fin..

    Mira si me hiciste explayarme. En general, prometo ser más breve.
    Un saludo, de corazón.

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  11. Cuando ví esta cebolla en la cocina, no la ví como tal: directamente ví un corazón arrancado de las entrañas de la tierra que la albergó. Fue su forma lo que me llevó a reflexionar sobre el tema. Está claro, a algo hemos de asociar nuestros intrincados procesos cerebrales, que no cardiacos... Pero yo también entiendo la poesía. Al fín y al cabo, todo son metáforas, también visuales.
    En cuanto a la metamorfosis de la cebolla, tranquilos, nada trágico ni terrible, ni una lágrima de la cebolla ni mía, al contrario, bastante menos profundo que el corazón de hoy...

    Gracias Jara por pasar y comentar.

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  12. Interesante asociación de ideas, las lágrimas que a veces nos provoca la cebolla, como el sufrimiento que trae la vida, vida que el corazón nos permite. Y el amor como cirujano. Y luego dicen de mí...
    No llego a tanto, ni sé si es mi corazón quien me hace ver cosas tan raras. Pero se agradecen tus palabras, y también que consultes el santoral. ¡Gracias Chelo!

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  13. La cruel cebolla que nos hace llorar, tampoco ese aspecto es el que yo ví, pero por supuesto, no deja de ser cierto. Dice Arguiñano que si la metes en el congelador unos minutos ya no lloras al cortarla. No lo he probado, pero...
    De nuevo lamento haber sembrado tantas inquietudes con el destino de la cebolla. No fue nada malo en absoluto. Estáte tranquila. Pero en serio que no puede evitarlo...

    Un saludo Mar.

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  14. Por cierto, algún día te lo contaré, pero no es pimentón, que no estamos para desparramar así semejante especie, lo que añade ese contraste a la imagen, detalle que te agradezco menciones pues me esforcé al componerlo. Es la propia mesa, que no es tal...

    Te devuelvo los besos, que antes no lo hice.

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  15. Me alegra reflexiones tranquilamente. No hay prisa.
    No es polémica lo que busco, (ni mucho menos) sino el provocar esa intronspección personal en quien se asome a mi manera de mirar. Cada cual puede y debe ver lo que quiera. Yo aclaro lo que veo, y enriquece el recoger las visiones que provoco en el espectador.
    Tranquilo, muchos hemos ido a clases de religión. Alma, corazón... ¿qué importa? Sufres y amas sencillamente porque puedes, estás preparado para hacerlo, nacemos con esa capacidad.
    Encantado de verte de nuevo Nepalí, y gracias por pasar y comentar.

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